Las uvas son ricas en antioxidantes, su índice glucémico no es alto, sino medio; son ricas en fibra en hidratos de carbono (17%) de rápida asimilación; contienen vitamina C y entre sus minerales destacan el potasio, el cobre y el hierro, aunque también calcio, fósforo, magnesio, manganeso, azufre y selenio.
Hay quien no las consume por creer que son muy calóricas, pero 100 gramos de uvas nos aportan unas 70 calorías. Además, el aporte calórico de la uva queda compensado por su capacidad depurativa. Contienen más de un 80% de agua que ayuda a aligerar el organismo, y su calcio (15 mg/100 g) y otros elementos alcalinos estimulan el hígado (órgano que equilibra la acidez de la sangre y la limpia). Sus fitoquímicos ayudan al equilibrio glucémico de la sangre, porque estimulan el páncreas y la producción de insulina. Por todo ello, la OMS recomienda su consumo habitual.
Las uvas crudas son deliciosas y versátiles, se prestan a formar parte de macedonias, mueslis, tartas y todo tipo de dulces. Pero también las podemos incorporar en recetas saladas para conseguir un toque agridulce.